11 febrero 2013

Mustangs, almas y cerebros

Michael Shermer cuenta que en 1971 - cuando tenía 17 años - compró el auto de sus sueños, un Ford Mustang 1966, blanco y azul, descapotable y motor de ocho cilindros. Durante 15 años lo fue reparando, comprándole nuevos tapices, cambiándole luces, frenos y piezas del motor.
Años después, cuando lo vendió, ya no era el Mustang original - le pagaron bien, - era un auto clásico y no había perdido su "mustangnidad". Su "esencia" de Mustang se mantenía a pesar de que no tenía casi nada del original.
Esta historia es comparable a los seres humanos también: con los años cambiamos, crecemos y nuestras células y tejidos se van renovando completamente, pero seguimos siendo los mismos. La sangre se renueva totalmente cada cien días y nuestra piel lo hace día a día. El cerebro crea nuevas conecciones y destruye otras. Nuestro hígado renueva células – sin embargo, seguimos conservando nuestra identidad como personas.

Entonces, si nuestra identidad personal, el Yo, no radica en lo físico, ¿en qué radica? ¿En nuestra “alma”? ¿Es el alma la identidad? - Hay dos corrientes de pensamiento al respecto:

Primero están los "dualistas", que creen que cuerpo y alma son cosas diferentes y que incluso pueden vivir separados.
"Dualistas" son todas las religiones que conozco. Para las religiones el "alma" es una esencia eterna que puede habitar un cuerpo, pero que puede dejarlo cuando éste muere, para seguir viviendo sola, sin soporte material.
Según las religiones, un "alma" también puede habitar diferentes cuerpos en cadena (la reencarnación) o puede venir por una vez a este mundo y regresar a su mundo de almas una vez que el cuerpo terrenal ha dejado de funcionar.

En segundo lugar están los "monistas" que creen que el alma y el cuerpo son una misma cosa. Que es imposible separarlos sin destruir el organismo entero.
Para ellos, el "alma" se refiere a nuestro mundo intelectual, a nuestros pensamientos, ideas, recuerdos, deseos y sueños. A nuestras ideas abstractas y a los poemas que escribimos. A nuestra personalidad y comportamiento. Es decir, los monistas llaman "alma" al producto del cerebro.

Por lo tanto, si se destruye el cerebro se destruye el alma - la identidad de la persona. Esto, opinan, puede pasar con una enfermedad o con un accidente: al destruirse parte del cerebro, se destruye parte de la persona. En casos de demencia, la persona que existía ya no está más - un cerebro funcionando ha llevado a la desaparición de la identidad de esa persona.

Ahora - ¿Por qué gran parte de la Humanidad es dualista?
¿Por qué durante milenios, generación tras generación, el Hombre ha visto el mundo de manera dualista? - como que alma y cuerpo son cosas separadas?
Paul Bloom, psicólogo de de la Universidad de Yale cree que "nacemos dualistas". Que los seres humanos estamos biológicamente programados para concebir el mundo de manera dualista. Y que esto es consecuencia de nuestra limitada capacidad de percepción.

En su libro "Descarte's Baby", explica que nuestro cerebro funciona de una manera que nos sentir "de forma natural que los pensamientos, ideas y reflexiones (o sea, nuestra "alma") habitan un mundo separado del mundo físico."

Esto ocurre porque "nuestro cerebro no se percibe a sí mismo". Esta incapacidad del cerebro para reconocerse a sí mismo, hace que sintamos el mundo intelectual como separado del mundo físico.
Cuando comemos demasiado sentimos directamente al estómago reclamando. Una borrachera la sentimos directamente en nuestro hígado, que es el órgano que sufre en esos momentos. Una pichanga de domingo es sentida derecho en nuestros músculos al día siguiente.
Pero no con el cerebro. Éste es el único órgano del cuerpo cuya acción no se percibe a sí misma.

El producto del cerebro - la mente, el "alma" - la sentimos como si estuviera "afuera", flotando en alguna parte, en el aire, en una dimensión misteriosa y desconocida para nosotros.
En consecuencia, nos imaginamos el Universo como compuesto de una parte física y una parte "etérea", una dimensión mística donde habita al "alma" y otros inventos de nuestra imaginación.

Entonces - si cambiamos a lo largo de la vida, pero al mismo tiempo seguimos siendo los mismos - ¿dónde radica nuestra identidad como individuo?
Bueno, ésta es una conjunción de tres elementos: información que portamos en el DNA, nuestra experiencia de vida y la actividad de nuestro cerebro. Quiten cualquiera de estos ingredientes a la receta - y dejamos de ser nosotros.
En la sinergia de estos tres componentes físicos radica nuestra identidad como personas, como seres individuales y únicos.

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