Tras un día de silencio hay un sentimiento de limpieza primaria. El silencio lava eso que llamamos alma, limpia los ojos y el oído, filtra el líquido entre las células del cerebro y despeja las tormentas de la cara.
El silencio se posa sobre la frente y los hombros con sutileza y llena de aire los rincones del cuerpo.
El silencio es la brisa en los pastos altos, a veces el viento sobre el lago, a veces ola contra rocas. Es cientos de miles de millones de estrellas en el cielo oscuro. Incluso puede ser un tráfico lejano, una lluvia, una nota de guitarra.
'Hablar es plateado, el silencio es dorado...'
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