La capacidad de sintetizar conceptos y formas, de podarlos, de limpiarlos de lo superfluo hasta llegar al hueso duro y primario de la esencia.
Eso es de genios, más aún, si se mantiene la elegancia natural de las cosas o si se agrega un toque lúdico, un brochazo de humanidad.
Serge Bloch lleva años haciendo eso, impúdico e imbatible. Y para nosotros, rebaño de lo cotidiano, es como una aparición inesperada que se ríe de nuestras ínfulas.
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