Ayer vi "Avatar", la película americana del 2009, escrita y dirigida por el canadiense James Cameron.
A pesar de que ya tiene cinco semanas en cartelera, de que era miércoles, noche e invierno, el cine estaba repleto. Así, mi mujer y yo, en estilo absolutamente norteamericano (paquete grande de pop-corn, más jugos de fresa, y lentes 3D) asistimos a la que, dicen, es la producción que cambió para siempre la historia del cine.
Sólo tengo alabanzas para la película, porque las cosas malas (que sí las tiene) quedan totalmente ocultas tras la increíble exhibición de genialidad tecnológica y bajo la fértil imaginación de los autores.
Hay que tomar este filme como algo más que un filme: es una vivencia. Y como tal, debe ser experimentada para ser sentida y asimilada de manera adecuada.
"Avatar" está proyectada de manera perfecta como un producto comercial. Y como todo producto exitoso, cuando la vivencia ha terminado, el cliente se siente satisfecho y seguro de que la plata que pagó valió la pena.
Desde ese punto de vista, la película es obligada para cualquiera que guste del cine, que quiera revivir la capacidad de asombro de la infancia y para cualquiera que guste de entregarse a experiencias nuevas, en suma, a todo el público.
El minus en la balanza: como está encaminada a interesar y gustar a amplios sectores del público no puede basarse en intrincadas especulaciones filosóficas, ni en divagaciones ideológicas, ni en exactitudes científicas - debe ser amplia y simple, debe ser imaginación y mito. Y eso es "Avatar": la producción de una leyenda moderna.
El argumento es simple y resulta de una mezcla incontrolada de anti-colonialismo, pro-ecologismo, proteccionismo natural, budismo trivial, anti-capitalismo, indigenismo, y a ratos se acerca peligrosamente a santerías tipo new-age.
Una mezcla muy superficial (y bastante infantil), en donde todo el mundo encontrará algún "mensaje" que le atraiga y le guste.
Pero uno no va a "Avatar" por la historia, uno va a conocer el nuevo peldaño en la evolución del cine, y en eso la película no desiluciona. Al contrario, te deja más que contento.
Puntaje: 9.5 de 10
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