(La primera parte de este texto se encuentra aquí)
(La segunda parte de este texto se encuentra aquí)
Mientras la URSS - desde los años '70s - se desmoronaba desde dentro, buscaba extender influencias en Medio Oriente y África y se embarcaba en su última aventura militar: la invasión de Afganistán desde 1979 a 1989 - los EEUU también experimentaban cambios significativos en los últimos veinte años del siglo XX.
El capitalismo, que lo había hecho muy bien desde finalizada la Segunda Guerra mundial, tomó el camino más extremista de sus teorías económicas y comenzó a aplicarlo (a fuerza de dólares) a lo largo y ancho del mundo: el neo-liberalismo, dijeron, traería prosperidad y riqueza al mundo. Vean, por ejemplo, cómo ha cambiado a Chile, desde un país con economía provinciana a ser el principal actor de la nueva Latinoamérica.
Como toda verdad a medias (esas que cuentan sólo lo bueno o lo malo de algo), olvidaron decir que los "éxitos económicos" chilenos se habían logrado bajo bayonetas, en un país sin ninguna ley de defensa de los trabajadores y a un costo social altísimo.
Cegada de avaricia y, peor aún, creyéndose su propia propaganda, la nueva derecha siguió aplicando la receta del free-market, del "libertarismo" y de la globalización en el mundo entero - finalmente, durante la administración Bush (2000-2008) la aplicó en el propio EEUU, provocando el mayor desastre económico mundial desde los años '30s.
Desde la izquierda pro-soviética surgió en la segunda mitad del siglo XX una izquierda no marxista: el socialismo democrático. Sin embargo, el desastre provocado por el neo-liberalismo no ha producido (hasta ahora, por lo menos) un movimiento ideológico de derecha menos extremista: un capitalismo con rostro humano.
Es posible que esto suceda en los próximos años, quizás con la influencia de un Barak Obama en la Casa Blanca, el que parece tener una visión social mucho más desarrollada que la de su predecesor.
De todas maneras, el punto de inflección en el siglo XXI, el que nos trae a la actual situación político-social mundial, fue el ataque a las Torres Gemelas en New York, en el 2001.
Algo que venía cocinándose desde los años '80s - el terrorismo islámico - apareció ante los ojos del mundo de la manera más dramática posible con ese ataque. Y la perplejidad de Occidente llegó a niveles récord tras los ataques islámicos en Madrid, Londres, contra australianos en Indonesia y, con el horroroso ataque en Mumbai, en diciembre del 2008.
Pero nadie le pega una bofetada al jefe de la pandilla sin sufrir serias consecuencias: EEUU lanzó la invasión de Afganistán, pero eso no bastó: esto no puede quedar en empate. Miró alrededor y encontró la víctima precisa: Irak, país gobernado por un tirano, país enemigo de los EEUU y abierto colaborador de varios grupos terroristas en Medio Oriente.
Afganistán, y sobretodo Irak, le demostrarían al mundo que cuando alguien ataca a los EEUU hay un terremoto, no un temblorcito.
Claro, esa fue la idea, porque en la práctica los EEUU y aliados se enredaron en ambas guerras, mostraron total incapacidad estratégica y tras casi diez años no han sido capaces de ganarlas y, menos, de desarrollar un plan factible para la reconstrucción de esos países.
Durante estos primeros diez años del siglo, la izquierda mundial - huérfana de una guía ideológica unida, y quizás siguiendo inercias de épocas pasadas - se aferró a un monótono discurso anti-americano. En este discurso la fórmula es simple: "los EEUU tienen la culpa de todo".
Y es cosa de repasar la media europea y latinoamericana de izquierda para evidenciar lo que afirmo aquí.
Al anti-americanismo de la izquierda europea y latinoamericana se unió, de manera natural, el sentimiento anti-americano de la población musulmana en Europa (unos no despreciables 30 millones en estos momentos), y ésta última trajo consigo su anti-semitismo.
La izquierda, para no sentirse tan mal moralmente hablando, modifica tal expresión de racismo y lo llama "anti-sionismo" o "anti-israelismo", pero no puede negar que de su mano, el racismo anti-semita ha llegado a niveles altísimos estos últimos años en Europa, pónganle el nombre que le pongan.
En estos momentos, enero del 2010 - iniciando una nueva década en este nuevo siglo - la derecha y el capitalismo enfrentan un duro proceso de adaptación a la nueva realidad mundial - principalmente, una que la libere del peligroso dominio corporativo .
Pero igual proceso de renovación debe experimentar la izquierda, que en los últimos años ha sufrido una fuerte enajenación ideológica: no puede seguir apareciendo como la justificadora del terrorismo islámico mundial y no puede seguir siendo la portadora del actual racismo anti-semita - y estas dos cosas ha hecho los últimos años.
2 comentarios:
Hola Frank, lei con mucho interés las tres partes. Hay muchas cosas con las que estoy de acuerdo y hay otras que se podrían matizar. Pero eso es inevitable en un intento de síntesis tan ambicioso.
Por ejemplo, el primer Liberalismo expresaba los ideales humanistas de los burgueses en ascenso contra las limitaciones corporativas medievales, pero para ello se alían a los monarcas absolutistas, dando lugar al primer Mercantilismo nacional de las grandes potencias.
En una segunda etapa aparece el nacionalismo romántico de los pueblos que llegan tarde al capitalismo (Alemania, Italia) y de las pequeñoburguesías subordinadas que ven frustrada su ambición de ascenso. El antisemitismo surge de esa frustración. Pero también es un modelo para la busca identitaria de los pueblos oprimidos por los imperios: eslavos, latinoamericanos y...judíos sionistas.
El Marxismo se reivindica heredero del universalismo liberal así como del derecho de autodeterminación de los pueblos oprimidos. Típicamente, el Bund formaba parte del Partido Socialdemócrata ruso, reivindicando la autonomía cultural Idish (irónicamente, algunos camaradas los llamaban "sionistas con miedo al mareo"). Es sintomático que, ante el fracaso en extender la revolución a Occidente, ésta queda en manos de un georgiano que la congela en un nacionalismo burocrático.
Es cierto que la URSS aprovechó la rebelión pan-árabe sin escrúpulos. Pero esos regímenes eran intensamente anticlericales. El fundamentalismo islámico crece por su fracaso frente a Israel y Occidente (que lo financió contra la URSS).
Está muy bien cómo caracterizás al neo-liberalismo, pero sería interesante relacionarlo con el surgimiento de la nueva-izquierda posmoderna y multiculturalista con su antisionismo casi antisemita. ¿No serían dos caras del cambio del Capitalismo industrial hacia la financiarización globalizante y la decadencia de la clase obrera tradicional? Yo le veo ese tufillo pequeñoburgués del nacionalismo romántico del s.XIX.
En cuanto al Capitalismo con rostro humano, me parece que ya lo vimos con Tony Blair y su Tercera Vía ¿no?.
En fin, que te has metido con los problemas más complejos de la actualidad y el futuro inmediato. Por el momento te propongo esta reflexión: la crisis y la desocupación son grandes disciplinadores sociales. Mucha gente se preocupa por no quedar marginado antes que por la militancia. El fundamentalismo islámico es una calle sin salida cuando tiene que gobernar. No sólo está cuestionado en Irán; también Hamas ha perdido apoyo en Gaza y terminará perdiendo su encanto para la Izquierda occidental. Por ahora, el mejor "aliado" que tienen es la oligarquía judía de AIPAC y el fundamentalismo colonialista judío, apoyado por el fundamentalismo evangelista cristiano. Personalmente, los considero mis enemigos tanto como los antisemitas. Un abrazo.
gracias Roberto, por abrir este intento de análisis hacia nuevas avenidas de discusión.
está súper claro que "las cosas" son mucho más complejas de como las expuse aquí.
pero, así como las cosas son bien complejas, tienen - a su vez - una o dos características sobresalientes y en el análisis traté de guiarme por ellas.
yo también estoy totalmente en contra de la ideología exclusivista de Gush Emuním e ídem, pero debemos reconocer que su "locura" es local, puntual y (a ratos más, a ratos menos) controlada por las autoridades y en gran parte rechazada por la mayoría de la población israelí.
Al contrario, el extremismo islámico, el jihadismo, es de horizontes mundiales: deja muertos en Mumbai y en Buenos Aires, en Londres y en Bali.
"nuestros" locos, ese grupo de fanáticos que debemos tener con correa corta, jamás han llegado a tales "logros", ni los han buscado tampoco: ellos pelean por unos pocos kms. cuadrados en Judea y Samaria. Punto. No van más allá.
Son un pequeño tumor canceroso encapsulado - al contrario, el extremismo islámico es un cáncer expansivo, de presencia global.
Sería injusto (e irreal) medirlos ambas "locuras" con la misma vara.
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este asunto del capitalismo me viene interesando desde hace algún tiempo.
es re jodido tomar hallazgos sociobiológicos en animales y extrapolarlos al ser humano (ya demasiados han tratado de hacerlo con Darwin, con resultados terribles).
el asunto es: un grupo humano puede organizarse de cualquier manera, pero cuando se encuentra con otro grupo humano el mecanismo cultural en que ambos grupos de conectan es capitalista de manera casi absoluta (en ejemplos muy primitivos, podríamos llamarlo mercantilismo).
parece que, como especie, nuestra manera natural de intercambio cultural es capitalista o conducente al capitalismo. jamás, que yo sepa, se ha establecido de manera natural, un mecanismo socialista de interacción cultural.
eso me hace pensar que quizás el capitalismo sea instintivo al ser humano (hipótesis!) y que estructuras sociales basadas más en distribución que en producción sólo aparezcan más tarde - como resultado de procesos educativos - y siempre acompañadas de abundancia de recursos.
(cuando hay escasez de recursos, toda estructura social deriva siempre hacia un capitalismo resguardado por las armas).
bueno, el tema da para largo.
abrazos!
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