30 enero 2010

Las olas de la Historia - segunda parte

(La primera parte de este texto está aquí)

La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue el punto de inflección que cambió las fórmulas ideológicas de la primera mitad del siglo XX.
Después de ella se afianzaron los EEUU y la Unión Soviética (URSS) como las dos potencias mundiales - tanto desde el punto de vista ideólogico, como militar y económico.

En un polo se ubicaron los EEUU con banderas de capitalismo, libertad de expresión y de religión y concentró las fuerzas antes llamadas de "derecha".
En el otro polo se ubicó la URSS con banderas de comunismo, laicismo y 'dictaduras del proletariado' y reunió las fuerzas de la antes llamada "izquierda".

Esto en el papel, porque en la realidad la antigua derecha ya no existía más y muy pronto, también, dejó de existir la izquierda clásica.

Si bien los EEUU mantuvo su apego al capitalismo, éste se suavizó tras la aparición de los sindicatos y los derechos laborales. Si bien mantuvo su apego a la religión, éste dejó de ser monopolio cristiano.
Y alrededor de los años '70s, la derecha comenzó su alejamiento del nacionalismo - nuevas ideas de capitalismo global se ponían de moda, la derecha las aceptó y comenzó a luchar contra las fronteras y las protecciones nacionales, tal como dos décadas antes lo había hecho la izquierda.
La derecha también experimentó cambios en cuanto a racismo: movimientos sociales lograron avances igualitarios hacia la población negra (Martin Luther King), latina y asiática y se generalizó una recepción del judaismo, especialmente tras el Holocausto y los juicios de Nuremberg - el anti-semitismo mermaba y casi desaparecía en esta nueva derecha.

La izquierda representada por la URSS también experimentó cambios profundos. Desalentados por la postura militarista soviética, muchos intelectuales comenzaron a avizorar una izquierda no comunista y no marxista.
En Europa creció rápidamente un conglomerado de partidos políticos que mantuvieron los postulados de justicia social y distribución de la riqueza. Eran de izquierda, pero rompían lazos con el marxismo más aducto y con el comunismo doctrinario. Nacía el socialismo democrático, una unión entre capitalismo suave, aceptación de libertades de expresión y de religión y la mantención de la lucha social como bandera.
Una postura política que dominó Europa occidental desde los años '70s y que aún hoy es característica de los países nor-europeos.

Estos cambios no sucedían en todo el mundo a la misma velocidad: Latinoamérica mantuvo hasta fines del siglo XX la vieja formulación de derechas e izquierdas.
En América Latina, los cambios que Norteamérica, Europa occidental y parte del Asia (Japón), experimentaron entre los '60s y '80s se están llevando a cabo recién ahora, con la aparición de una izquierda moderada (Lagos, Bachelet, Lula) y una derecha tampoco extremista (Uribe, Fox, Cárdenas y quizás Piñera).
Claro, aún existen fósiles políticos como la dictadura cubana, que incluso influyen en los socialismos más extremos del continente: Chávez, Morales, Correa.
(para un visión personal de Latinoamérica como campo de batalla, desde los años '70s a fines de los '80s, entre los antiguos modelos de derecha tradicional e izquierda revolucionaria, ir aquí)

Mientras los EEUU presionaban por un capitalismo nuevo, globalizado, internacional - el bloque soviético comenzaba a desplomarse, especialmente tras el levantamiento proletario polaco contra las autoridades comunistas en los años '70s (la organización 'Solidaridad' de Lej Walesa).
Pero de manera principal, porque la URSS había fracasado en sus propios principios de "liberación de los pueblos" y "lucha social": entre los años '50s y fines de los '80s el "pueblo", los obreros, los trabajadores, habían sido más próperos y más libres en el mundo capitalista de los EEUU y Europa occidental, que en la URSS.

En los años '50s nació el nacionalismo árabe - los países de la península y el norte de África, liderados por Egipto (Gamal Abdel Nasser), iniciaron luchas armadas contra la dominación colonial de Inglaterra y Francia.
Esta lucha se extendió al resto de África y pronto colonias belgas, alemanas e inglesas se encontraban bajo fuego independentista-nacionalista.

La URSS, tenazmente rechazada en Europa, ayudó y se unió a estos movimientos independentistas, esperando recuperar allí - entre árabes y africanos - la base ideológica perdida en el resto del mundo. Y así se engendró un matrimonio increíble entre los remanentes de la izquierda extremista (atea e internacionalista) con los movimientos independentistas árabes (nacionalistas y religiosos). Una unión en la que ambas partes intercambiaron fluidos mutuamente y que tiene influencias hasta hoy.

Continuará


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