23 mayo 2010

Piñera, el discurso y las viejas del barrio

El 21 de mayo recién pasado estuve casi toda la mañana "hablando" en Twitter con gente de Chile.
Ese día el presidente chileno hace su discurso de "cuenta anual" al país, donde habla de lo hecho y revela planes para el próximo año.

Me llamó la atención el profundo interés, casi obsesivo, con que muchos siguieron en Twitter las palabras de Sebastián Piñera, el que lleva ejerciendo desde enero de este año - con lo que el discurso se convertía en una cuenta de cuatro meses en el poder.

No podía esperarse que Piñera no hablara de las consecuencias y planes después del terremoto sufrido por el país pocos días antes que él asumiera y que ha sido clasificado entre los más violentos de que la Humanidad tenga memoria y registros.
Era obvio que parte importante del discurso iba a centrarse en ese tema.

Sobre "dar cuentas" de lo hecho por su gobierno no se podía realmente exigir mucho, tras sólo cuatro meses. Quedaba entonces el terreno de los planes. ¿Qué el nuevo gobierno piensa hacer para sobrellevar la destrucción del terremoto y encarrilar la economia y la sociedad chilena por rumbos nuevos?

En este aspecto, tampoco podía esperarse escuchar algo muy alejado de las líneas y promesas hechas durante la campaña presidencial. Lógicamente el terremoto cambió prioridades y estrategias, pero el mapa general de lo que Piñera quiere hacer durante su mandato no podía haber cambiado mucho en cuatro meses. Y no estaría bien si así hubiera sido, desde el punto de vista de los que votaron por él.

Entonces, si se sabía que de seguro iba a hablar del terremoto y se sabía que iba a repetir su receta pre-presidencial ¿Qué se esperaba con tanta ansiedad y nerviosismo? ¿Qué anuncios dramáticos flotaban en el aire?

No se. No tengo idea. Ni siquiera escuché (menos leí) el discurso. Me imagino que Piñera dijo - más mejor o más peor - lo que cualquier otro presidente hubiera dicho y prometido en la ocasión. Una apretadita de tuerca aquí, un clavo allá. Para variar.

No es eso lo novedoso. Lo que llama la atención son esos miles de chilenos analizando a quemar neuronas, cada coma, cada sílaba, cada pestañeo de Piñera como si se tratara de señales del destino, de hitos históricos, de signos del Olimpo o de la Apocalipsis.

Muchos despotricaron  hasta por el color de la corbata de Piñera, otros muchos aplaudieron y aseguraron haber escuchado "el mejor" discurso desde que se inventó el hilo negro.

No. Un discurso más. Uno más de los cientos de miles de discursos que políticos han pronunciado a lo largo y lo ancho del mundo y de la historia. No se si bueno. No se si malo. No interesa. No tiene importancia alguna.
Porque a los políticos se los debe juzgar por lo que hacen, no por lo que dicen, prometen o discursean.

Los primeros juicios sensatos sobre Piñera y su gobierno no vendrán hasta dentro de un año o un año y medio más. Todo lo demás, no es política, ni siquiera es discutir sobre política, es el simple y conocido copucheo de barrio.
Muchos se entretienen con eso. A mí me da aburrimiento cósmico.


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