Este fin de semana se ha estado llevando a efecto la reunión de líderes G8 (viernes y mitad del sábado) y G20 (mitad del sábado y domingo) en Toronto.
Aquí, como me imagino en casi todo el mundo, las noticias se han centrado en las protestas anti-G8-G20, y sobre todo, en los desmanes - no son en realidad protestas - que grupos anarquistas han perpetrado en la ciudad.
La media se ha enfocado, desde hace una semana o más, en las preparaciones policiales y de seguridad para la reunión, y hoy ha enfocado toda su atención en la demencia anarquista. La reunión, sus objetivos, logros (o fracasos) ha pasado a tercer plano.
Una locura que ha llenado las primeras páginas de los diarios y el día entero en la TV y radio. Una atención mediática que es exactamente lo que los hooligans necesitan como combustible de su animalidad.
Una vez más, la media es utilizada por organizaciones político-delictivas para dar al mundo una sensación de fuerza que no tienen y una imagen de caos que no existe en la realidad, creando un conflicto artificial y sirviendo quién sabe qué intereses ocultos.
La mayoría de las protestas verdaderas fueron organizadas, pacíficas y se mantuvieron dentro de los parímetros acordados y permitidos de antemano. Durante toda la mañana de hoy sábado, unas 10.000 personas en total se manifestaron en todos puntos de la ciudad. No fue una demostración unida ya que fueron decenas de diferentes grupos los que salieron a la calle: desde indigenistas, hasta pro-aborto, pasando por grupos ambientalistas, anti-globalización u organizaciones pacifistas y otras que pedían mayor justicia social en el mundo.
Entre ellos, un grupo anarquista - el Black Bloc - que es en realidad una táctica, más que un grupo, recorrió algunas calles de la ciudad - allí donde había menos presencia policial - dejando un rastro de destrucción a su paso.
Una destrucción sin sentido alguno, que no persigue objetivos políticos ni tiene base ideológica: simplemente destrucción y caos per se. Su símbolo, pintado cientos de veces en la ciudad: un círculo con una A en su interior, es firmado con la frase: "war and chaos".
La enajenación mental de estos individuos tuvo varias víctimas: carros policiales, ventanas y puertas de tiendas, buzones, semáforos, estaciones de buses, kioskos. Especial ensañamiento - inexplicable hasta este momento para mí - hubo con los Starbucks, aunque algo intuí hace unos dos días atrás en una entrevista a una activista anarquista que hizo la cadena CBC, donde se expresó con inusitado fervor contra la cadena Starbucks (algo cuyos motivos, irracionales por cierto, quedaron sin aclarar en la entrevista).
El Black Bloc no es masivo, ni poderoso. No representa en absoluto a la mayoría, ni posee una sólida ideología: es brutalidad y criminalidad rampantes. Se calcula que fueron entre 200 a 400 los participantes en los desmanes. Hay unos 100 detenidos. Y es casi seguro que no todos son canadienses: uno de los primeros detenidos ni siquiera habla inglés.
No habla inglés, pero misteriosamente, a los pocos minutos de ser detenido hizo rápida aparición en el cuartel policial un abogado defensor.
¿Quién es este hooligan? ¿En calidad de qué está en Canadá? ¿Dónde aloja? ¿Quién le envió rápida ayuda legal? - Me imagino que un cuadro más acabado de quiénes son el Black Bloc se tendrá con el correr de los días, cuando se vayan concretando investigaciones y acusaciones.
Una cosa me queda clara: este grupo anarquista, como muchos otros, tiene bien poco de anarquista: está cuidadosamente organizado y entrenado, está dirigido por una camarilla que responde y recibe órdenes desde alguna parte y cuenta con fluido apoyo financiero y legal entre sombras.
Interesante.
Relacionados:
Behind the Black Bloc mob
Algunos sitios de noticias canadienses:
CBC , CP24 , Global News , CityTV , Canoe , CanWest
2 comentarios:
Exacto, alguien mueve los hilos de estos titeres dogmaticos!
muy buena reflexion.
Un saludo
gracias, C. F. - estaré agregando novedades a medida que las sepa.
buena semana!
Publicar un comentario