Ya estamos
en primavera. En unos primeros días de primavera que parecen verano. Los
canadienses de toda la vida están sorprendidos. Los meteorólogos también. Nadie
tiene una explicación para el caprichoso clima de los últimos tiempos.
Unos dicen
que la Niña, otros que el cambio climático global, que la ola de frío polar se
quedó en el norte este año, que no bajó hasta Canadá y los EEUU.
Lo cierto,
es que estamos en unos días de primavera que parecen verano, con cielos
despejados y temperaturas sobre los veinte, cuando a fines de marzo normalmente
todavía había nieve.
Y el
invierno tampoco como los de siempre. No recuerdo tormentas serias, y si
cayó nieve aquí y allá, tampoco fue de la manera y en la cantidad
acostumbradas. Tampoco hubo fríos terribles. Un invierno que no lo fue.
No sólo aquí.
Leo que el Inglaterra también las plantas se han adelantados entre diez a quince
días en florecer y que los pájaros han llegado antes desde el sur. Los tiempos
han cambiado y los animales, que viven en ritmo con la naturaleza lo sienten más
que nosotros.
Algunos
humanos lo gozan: salen antes al patio, preparan jardines, comienzan a limpiar
la asadera. Otros, se preocupan: esto no está ‘bien’, dicen. Temen que ‘algo va
a pasar’.
Mientras
tantos, dejemos constancia del cambio. Del invierno que nos saltamos y de la primavera-verano que anda por estos barrios.
Preparemos
un cafecito con acompañamiento y vámonos al patio!
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