22 octubre 2015

La colonización de la mente infantil

Cuando yo era chico (no hace tanto tiempo como piensan) los niños inventábamos nuestros propios juegos. Surgían de los libros que leíamos, las películas, las historietas o nacían de la nada, creados en un big bang imaginativo sin fondo.
Había batallas, vaqueros e indios, piratas, luchas con monstruos, ataques de robots, peleas entre superhéroes, invasiones extraterrestres, choques entre romanos y vikingos, carreras en bici, vigilancias a lugares embrujados, paseos al bosque, competencias de aguante bajo el agua, construcción de cohetes, visitas al circo y al zoológico. Jugábamos a juegos increíbles en parques, plazas, veredas y callejones. Éramos libres e inventivos.
Había una libertad impensable hoy en día - tiempo de miedos y peligros tan inmediatos.
Los niños tenían imaginación propia - hoy, colonizada por adultos, con juegos pre-diseñados en pantallas y tabletas, donde viene todo preparado: las reglas y la meta, la escenografía y los puntajes.
No se puede hacer nada contra la invasión adulta de la mente infantil. Como no se puede hacer nada contra el encierro físico y la falta de aventura auténtica en la infancia actual.
El intelecto infantil, libre y creador, se ha convertido en un receptáculo aburrido e inerte, de los intereses comerciales adultos.
Triste.

1 comentario:

noemi guzik glantz dijo...

Eso ha dado por resultado adolescentes quietos, poco interesados en la conquista de los espacios, más centrados en conquistar primeramente un cuerpo que ha permanecido inerte por años llenándolo de marcas y tatuajes, para luego verse en un espejo y aprenderse.