El año pasado a mitad del invierno estuve en el Battery Park en New York.Es uno de esos lugares que uno ve tantas veces en las películas americanas o le aparecen a uno en alguna novela, que uno como que lo conoce, como que el lugar le es familiar.
Y el año pasado estuve ahí en persona. Con mi mujer. Pocos días antes de la Navidad, cuando en los EEUU es pleno invierno. Sin embargo, el día fue increíblemente tibio y asoleado.
Cuando finalmente nos sentamos en el parque mismo ya estaba oscureciendo, el sol se había ido y comenzaba una brisa helada. Tomamos fotos, le dimos de comer a las palomas y a las ardillas y para hacerlo como se debe, compramos hot-dogs y café en uno de esos carritos ambulantes. Como en las películas.
Eso estuvo bueno para capear el frío que empezaba a calar fuerte. Se nos acercó una pareja de gringos y nos preguntó algo sobre calles y hoteles. Les dijimos que no teníamos idea, que tampoco éramos del lugar. Anduvieron para arriba y para abajo, le preguntaron a gente, finalmente detuvieron un taxi y se fueron.
Hacía frío y decidimos que era hora de irnos también. Casi noche. Caminamos hasta la calle Broadway que pasa a unas dos cuadras del parque y esperamos el bus. Había más gente esperando, todos con las chaquetas cerradas, gorro de lana, la capucha subida y las manos en los bolsillos. Dando saltitos o moviéndose para entrar en calor. Como hacen los muertos de frío en todo el mundo.
Fuimos el día exacto: al siguiente se dasató sobre New York la tormenta de nieve más grande del invierno.
Listo. Estuve en Battery Park. Trataré de volver en verano. Ojalá me espere ahí mismo.
art: frank h. - (imagen original)
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