04 marzo 2010

Fútbol, Dios es argentino y off-sides amorosos

Hace varios años atrás, poco antes de unas elecciones generales, la sección de deportes de un periódico israelí hizo una encuesta entre jugadores de fútbol y de básketbol.
Preguntó a éstos por quién votarían - por Netaniahu, de derecha o por Barak, de centro izquierda.

Entre los futbolistas Netaniahu ganó lejos, mientras que entre los basketbolistas ganó Barak de manera holgada. Entre risas, el periódico dijo que esto demostraba que la inteligencia de los jugadores de básketbol era superior a la de los futbolistas.

Sin dejar de lado el tono humorístico del asunto, quiero citar dos ejemplos de cómo el fútbol alcanza ridículos rivetes de tragedia griega en manos de algunos de sus deportistas. De casualidad, los dos son argentinos.

Por ahí aparece Maradona y reconoce que "todos los días" él da "gracias a Dios porque Messi es argentino". Maradona supone varias cosas: que Dios existe, que lo escucha, que le interesa el fútbol y que por alguna razón inexplicada Dios favorece a Argentina cuando selecciona futbolistas.
Lamentablemente, al parecer Dios se desquita cuando tiene que seleccionar cerebros para esos futbolistas.

Hoy, otro futbolista argentino, Tévez - que juega en Inglaterra - declara que "Terry" - un jugador inglés - "estaría muerto de haber hecho esto en Argentina". Se refería a que Terry anduvo con la novia de otro jugador inglés mientras ambos estaban en el mismo equipo.
¡Muerto! opina Tévez, dando a entender también que en Argentina ningún futbolista ronda la mujer de otro futbolista y que los que lo han hecho, ya han sido enviados al camposanto de alguna manera no natural.
Lamentablemente Tévez no citó ejemplos.

Esa vez, las "conclusiones" del periódico israelí fueron publicadas en tono jocoso, y es que el fútbol - en todo su contexto - debe tomarse siempre en tono liviano.
Es un deporte, un juego, es la entretención popular de darle con los pies a una pelota hasta hacerla pasar por debajo de un rectángulo de madera.
No es nada más que eso, señores. ¡Ubíquense!

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