Por supuesto que leo, escucho y veo noticias. De Canadá, de Chile, de Israel. Pero siempre tengo bien en cuenta quién me está contando esas noticias.
Por ejemplo, leo el periódico Haaretz de Israel y también le echo una mirada a Yediot Ajaronot. Leo cosas aquí y allá, pero mientras leo tengo en cuenta que Haaretz es de izquierda y que Yediot es de derecha.
Lo mismo pasa con los canadienses Globe and Mail, izquierdista y National Post, de derecha.
O cuando de casualidad miro noticias en la cadena estadounidense Fox, republicana, de derecha o en la CBS, demócrata, liberal.
Uno lee y escucha, pero sabe que detrás de los titulares y los análisis hay personas, los periodistas, con tendencias políticas claras que, de una u otra manera, filtrarán los hechos, más o menos, desde su propio punto de vista ideológico.
Y eso no tiene ningún problema mientras yo sea consciente de aquello y el periodista en cuestión no mienta o tergiverse los hechos de manera descarada.
Pero al final, lo que uno (yo, al menos) quiere son periodistas, analistas, comentaristas tan profesionales que sean capaces de dejar de lado simpatías políticas y entregar un análisis lúcido, centrado, imparcial, basado e inteligente.
Se echa de menos el periodista de alta ética profesional, en el que se pueda confiar. Porque uno quiere saber lo que pasa, y eso presupone que uno no quiere que lo embauquen, que le mientan, que en vez de informarle le estén tratando de vender una agenda política (o religiosa).
Uno quiere ser informado por profesionales en el asunto. Y por los mejores. Para propaganda política uno puede, solito, acudir a algún partido o movimiento. No tiene necesidad de un periodista para eso.
¿Qué tipo de profesional serían los médicos si los de izquierda trataran tu enfermedad de una manera y los de derecha de otra? ¿Qué calidad profesional tendrían los ingenieros si los de izquierda construyeran puentes de una manera y los de derecha de otra?
Uno, gente de la calle, se preguntaría ¿es que no hay una manera puramente ingeniera de construir puentes? Y uno, creo yo, exigiría esa manera.
Simple: quiero periodistas, analistas, comentaristas que sean profesionales, independientes, leídos, que hablen con base, que sepan explicar hechos desde perspectivas históricas. En fin, que sean profesionales de la comunicación y la información.
No quiero uno que me esconda parámetros, que tergiverse hechos, que me cuente sólo la versión que va bien con su propia agenda política.
Por eso, estar bien informado es esfuerzo compartido: 1) de uno, que sabe dónde leer y a quién escuchar, porque uno ha logrado construir buenos filtros anti-basura-intelectual y 2) de los periodistas mismos: honestos, bien informados ellos mismos, con capacidad para pensar de manera analítica y con el profesionalismo de entregar su mejor opinión sobre algo.
Todo esto, siempre y cuando Ud. sea una persona honesta también, y no se contente con leer y escuchar solamente a esos que le cuentan lo que le gusta escuchar.
2 comentarios:
Frank,
La mirada no sólo depende del periodista sino del género. Una crónica relatará los hechos, una columna de opinión- que puede ser escrita por un analista- expondrá el tema desde un punto de vista determinado. En el fondo, lo importante, tal como dices, es estar consciente de lo que lees y de donde viene. Los hechos pueden tergiversarse para uno dependiendo de la línea editorial de ese medio. Al final, hay que leer y oir todo para formarse una idea.
Saludos
PD: ya te había sumado a mis enlaces....pero como Franz :=)
tienes razón, Mary - hay que leer de todo.
lo que falta es el tiempo a estas alturas...
saludos!
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