23 junio 2010

Racismo y genes

Al ser humano se le hace muy difícil, casi imposible, vivir en sociedades multi-étnicas. Esto es algo confirmado por la Historia, lejana y cercana, y por las noticias de hoy día mismo.
Parece ser que una sociedad formada por razas o etnias diferentes puede funcionar pacificamente sólo unos pocos años y puede hacerlo un tiempo más largo sólo cuando está bajo un regímen tiránico central que apague de inmediato, y a sangre y fuego, cualquier aparición de conflicto.

Parece ser que el racismo, la xenofobia, el desprecio del extranjero, del diferente a nuestro grupo está grabado en nuestro DNA. En contadas ocasiones podemos superar estos instintos, pero basta un empujón mínimo para que se desate la violencia y el odio inter-racial.

Yugoslavia fue un país diverso y tranquilo, una especie de "paraíso racial" mientras estuvo bajo la tiranía de Tito, un comunista apoyado por la URSS.
Tras la muerte del dictador en 1980, el estallido entre etnias no se hizo esperar. Croatas, eslavos, servios y bosnios que habían sido vecinos y amigos por decenios - por siglos, si contamos al anterior Reino de Yugoslavia - comenzaron a matarse con un encono que sorprendió al mundo entero.
Entre 1985 y 1995 las masacres se sucedieron una tras otra para "calmarse" sólo después que la OTAN pacificó la zona a bombardeos, entró con soldados propios y separó la región en seis diferentes Estados, países, como quieran llamarlos.

Ruanda, el Estado africano una vez considerado un modelo social para los demás países en desarrollo, estalló en una de las más sangrientas guerras civiles en 1994, que culminó con el genocidio de casi un millón de ciudadanos tutsis, a manos de ciudadanos hutus. Una matanza brutal de hermanos en sólo tres meses de locura, mientras el mundo, estupefacto, miraba y no hacía nada.

El Líbano, país árabe, fue llamado en un tiempo, no hace mucho, "la Suiza del Medio Oriente", tanto por su solvencia bancaria como por la tranquilidad y amabilidad social que se respiraba en el ambiente. Todo eso quedó en el olvido al etallar la guerra civil en 1975 entre libaneses musulmanes, libaneses cristianos y drusos.
Una guerra civil que duró quince años y que acabó con la vida de unos 150.000 libaneses. Hoy, el país está "en paz". Una paz tensa y frágil en la que los asesinatos políticos entre líderes de las diferentes facciones son cosa del día a día.

Hoy es Kirgistán. El país de Asia central. Un país donde uzbekis, kirgis, turcos y tajiks habían convivido por siglos en paz. Hasta ahora.
En la violencia entre la mayoría kirgi y la minoría uzbeki de los últimos veinte días ya han muerto más de 2.000 personas y más de 200.000 han debido huir de ciudades y poblados.
Si revisamos la Historia de esta región balcánica, encontramos el mismo patrón: desde tiempos inmemoriales toda la zona ha estado bajo una férrea mano dictatorial: desde Gengis Kan a la Unión Soviética habían gobernado a latigazos y habían mantenido la paz entre etnias.
Llegó la democracia a Kirgistán, dejó de existir el monstruo de arriba que mantiene a todos tranquilos en base a un miedo común y el estallido social, racista, xenófobo, no se hizo esperar mucho.

Somos animales grupales. Nos sentimos tranquilos y seguros sólo cuando estamos rodeados de similares, de congéneres. Los intercambios genéticos, las mezclas entre grupos diferentes, son lentos, a largo plazo y al parecer, no pueden ser acelerados artificialmente en base a decretos.
Bajo esa delgada cáscara cultural de civilidad, siempre aparecen mandando nuestro comportamiento, robustos, poderosos, los ancestros biológicos de nuestra propia evolución.

¿Es esta una justificación del odio racial o xenófobo? - No. Es sólo un llamado a reconocer la poderosa fuerza de nuestros instintos naturales, a conocerlos y estudiarlos, a no barrerlos bajo la alfombra hipocritamente, como que no existieran.
El tema debe ser tomado en serio por nuestros sistemas educativos y políticos. Sólo una constante educación y un sistema social que aleje miedos e ignorancias pueden superar instintos tan arraigados.


2 comentarios:

Juan dijo...

Creo que desde la edad media no había alguna guerra en la región de asia central.
En esos timpos eran solo guerras tribales.

Yo creo que más que racismo, lo que permanece en el adn humano es la fascinación por el poder y por la guerra.

En toda la historia han habido guerras.

franhilz dijo...

esto de la agresividad humana ha sido controversia siempre, Juan.
desde los años '60s en adelante hay varias obras que toman al respecto diferentes posiciones.
la agresividad humana ¿es innata o aprendida en un contexto social?
buen tema, lo trataremos por allí, en algún momento del futuro.

saludos!